26/11/12

Caín, un enfoque gnóstico: Demian





Caín, un enfoque gnóstico: Demian









Caín en la Biblia

Génesis 1:4:1 - 1:4:26

“El hombre conoció a Eva su mujer, la cual concibió y dio a luz a Caín. Entonces ella dijo: “¡He adquirido un varón de parte de Jehovah!”
Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín labrador de la tierra.
Aconteció después de un tiempo que Caín trajo, del fruto de la tierra, una ofrenda a Jehovah.
Abel también trajo una ofrenda de los primerizos de sus ovejas, lo mejor de ellas. Y Jehovah miró con agrado a Abel y su ofrenda,
pero no miró con agrado a Caín ni su ofrenda. Por eso Caín se enfureció mucho, y decayó su semblante.
Entonces Jehovah dijo a Caín: —¿Por qué te has enfurecido? ¿Por qué ha decaído tu semblante?
Si haces lo bueno, ¿no serás enaltecido? Pero si no haces lo bueno, el pecado está a la puerta y te seducirá; pero tú debes enseñorearte de él.
Caín habló con su hermano Abel. Y sucedió que estando juntos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató.
Entonces Jehovah preguntó a Caín: —¿Dónde está tu hermano Abel? Y respondió: —No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?
Le preguntó: —¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.
Ahora pues, maldito seas tú, lejos de la tierra que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.
Cuando trabajes la tierra, ella no te volverá a dar su fuerza. Y serás errante y fugitivo en la tierra.
Caín dijo a Jehovah: —¡Grande es mi castigo para ser soportado!
He aquí que me echas hoy de la faz de la tierra, y me esconderé de tu presencia. Seré errante y fugitivo en la tierra, y sucederá que cualquiera que me halle me matará.
Jehovah le respondió: —No será así. Cualquiera que mate a Caín será castigado siete veces. Entonces Jehovah puso una señal sobre Caín, para que no lo matase cualquiera que lo hallase.
Así partió Caín de delante de Jehovah, y habitó en la tierra de Nod, al oriente de Edén.
Caín conoció a su mujer, y ella concibió y dio a luz a Enoc. Caín edificó una ciudad a la cual llamó según el nombre de su hijo Enoc.
A Enoc le nació Irad. E Irad engendró a Mejuyael. Mejuyael engendró a Metusael. Y Metusael engendró a Lamec.
Lamec tomó para sí dos mujeres. El nombre de la una fue Ada; y el nombre de la otra, Zila.
Ada dio a luz a Jabal, quien llegó a ser el padre de los que habitan en tiendas y crían ganado.
El nombre de su hermano fue Jubal, quien llegó a ser padre de todos los que tocan el arpa y la flauta.
Zila también dio a luz a Tubal-caín, maestro de todos los que trabajan el bronce y el hierro. Y la hermana de Tubal-caín fue Naama.
Entonces Lamec dijo a sus mujeres: “Ada y Zila, oíd mi voz. Oh mujeres de Lamec, escuchad mi dicho: Yo maté a un hombre, porque me hirió; maté a un muchacho, porque me golpeó.
Si Caín ha de ser vengado siete veces, Lamec lo será setenta y siete veces.”
Adán conoció de nuevo a su mujer, y ella dio a luz un hijo y llamó su nombre Set, diciendo: “Porque Dios me ha sustituido otro hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín.”
A Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces se comenzó a invocar el nombre de Jehovah.





Adán hubo de advertirlo.

-         Cada vez te distancias más de nosotros y de Yahvé – le reconvino-. Ten cuidado, Caín. Tus fuerzas no son bastantes para resistir la soledad. La soledad es el más terrible castigo.

Caín no pudo ocultarlo.

-         Es verdad – confesó-. No puedo sentirme ligado con quienes no saben ser justos, al no dar a cada uno, ni exigir para cada uno lo que por sus obras merece. Menos aún puedo unir mi suerte a la de quienes se complacen en dar gracias a quien los hizo infelices y desgraciados, víctimas de la injusticia, como si debiera agradecerse el mal que injustamente se hace o se recibe. Desde luego, no puedo elevar preces a quien, personalmente, me distingue con su saña. No le debo nada, sino ofensas, y sería hipócrita si obrase de otro modo. Ya tienes explicado por qué me siento cada vez más extraño entre vosotros y me aparto cada día más de Yahvé. Acabaré yéndome de vosotros y olvidándome de Yahvé.

Adán palideció.

-         No seas impío Caín – pronunció-. Nos debes la vida. Le debes la vida.

Caín aclaró:

-         Os debo el dolor de mi vida. Le debo el dolor de saber que sufro víctima de la injusticia. Me creo con derecho a pediros cuentas de lo que hicisteis conmigo. Tengo derecho a pedirle explicaciones del porqué de mi vida, de la vida de todos nosotros. ¿Para qué os creó? ¿Por qué permitió que yo naciera? ¿Por qué entre vuestra creación y mi nacimiento dispuso la tragicomedia del Paraíso? ¿Por qué se goza en conservar el Paraíso, si lo ha hecho inaccesible a nosotros?

Adán temblaba.
-         Tenle miedo, Caín; es el Supremo Juez. Puede quitarte la vida. Nosotros te la dimos por su gracia.

Caín insistió:
-         No tengo miedo a perder lo que tanto me atormenta. Si he de luchar y padecer para luego morir, sin obtener jamás la recompensa intuida, no vale la pena vivir. Si he de saber lo que es justo, y no he de verlo en mi torno, sino todo lo contrario, mejor sería morir.

Adán lloraba.
-         ¡Pobre Caín, hijo mío! Para ti no hay salvación, porque has perdido la inocencia y rebosas de la ciencia que nos dio el árbol maldito, ¡y la ciencia es dolor, y nada más que dolor!  Sólo la humildad podría salvarte; pero la humildad, que es inocencia, se abate ante el orgullo de la ciencia, y queda hecha trizas. ¡Yahvé tenga compasión de ti!


     Al separarse de su padre, Caín lloraba, pero estaba sereno. Ahora sabía lo que sentía, lo que le hacía extraño entre los suyos. Sentía odio. ¡Odio! Odio a la injusticia.
   Era el fruto del resentimiento, como éste lo era del fruto maldito del árbol de la ciencia del bien y del mal.



Caín es el primer hombre nacido de hombre y mujer, el primero que sigue, en su trayectoria vital, el camino de todos los hombres, de cualquier hombre: desde la cuna hasta la sepultura. Es el primero hombre que, en contradicción perenne, trabaja y lucha, delinque y crea. Es el padre, el antecesor de todos los hombres. El primer hombre con alma ambivalente: buena y mala. Es el iniciador, el creador de la cultura y de la civilización, el punto de arranque del progreso. Antes de él, nada: el hombre sólo tiene a Dios. Después de él, todo, lo de siempre: el hombre en su soledad, en lucha consigo mismo y con los elementos, olvidado de Dios o en lucha con Dios.
      Su vida viene a ser, pues, paradigma de todas las vidas. Su personalidad viene a ser paradigma del hombre, de todos los hombres. He aquí su drama, su gran drama: partió de un pasado, ajeno a su ser y a su voluntad, y hubo de laborarse un porvenir, fruto de su esfuerzo, de su propio ser. El pasado era la inocencia. El presente era la ciencia. El porvenir era la incertidumbre. ¡He aquí el drama: la incertidumbre, pese a la ciencia y al propio esfuerzo! 


 Un enfoque gnóstico

Todos conocemos lo que ocurrió después de la “caída” del hombre, según el Génesis. Adán y Eva fueron expulsados del paraíso y tuvieron hijos. Primero Caín y luego Abel. Todos sabemos que “Dios no aceptaba los sacrificios que le dedicaba Caín y sí aceptaba los de Abel”. Entonces Caín, lleno de celos, se abalanzó sobre su hermano y lo mató. Todos sabemos eso, siempre hemos pensado “que malo que es Caín”, “mató al hermano, que horrible”. Caín era el malo y Abel era el bueno, esa es la interpretación que nos llega por el judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Incluso San Agustín, cuando nos da su interpretación del mito de Caín y Abel, equipara a Caín con los judíos y a Abel con Cristo. Dice San Agustín que los judíos mataron a Cristo así como Caín mató a Abel. San Agustín, como la mayoría, continúa la tradición de que Abel era el bueno y Caín el malo.
Está muy claro en la biblia, Caín es castigado por Dios, es desterrado. Esto es visto como algo lógico y normal: Caín es el malo y Abel el bueno. La interpretación Gnóstica es totalmente distinta.
La Gnosis sostiene que Caín no fue hijo de Adán, que Eva engendró a su primer hijo, Caín, con la Serpiente, con Lucifer. La Serpiente Lucifer fecundó a Eva con su aliento. Ó sea que Caín no fue un niño totalmente humano, nacido de la carne. Tuvo algo Espiritual muy grande, porque su padre era Lucifer, proveniente del mundo incognoscible del Espíritu.
Por el contrario, Abel fue hijo de Adán y Eva, o sea que Abel sí fue un hijo de la carne.
Tenemos ahora una primera diferencia entre ambos hermanos: Caín es superior a Abel. Caín es hijo de Eva y de Lucifer, la Serpiente iniciadora del Edén. Caín es hijo del Espíritu y la carne. Abel, por el contrario, es hijo solamente de la carne. Eso en primer lugar, ahora tenemos que Caín no es alguien malo, es alguien superior, es alguien importante, mucho más que Abel.
En segundo lugar, tanto Caín como Abel realizan sacrificios al dios creador para complacerlo, ofrendándole cosas que le agradan a él. Caín le sacrifica elementos vegetales y Abel animales, corderos por ejemplo. Según la biblia, esto último es lo que más agrada al creador: la sangre del animal muerto y el olor a carne quemada del cadáver. Al creador, dice la biblia, le gustaban los sacrificios que le dedicaba Abel y no los de Caín. Pareciera que Caín no sentía muchos deseos de complacer al creador, pues le ofrecía unas pocas semillas sin mucha devoción, como si no estuviera realmente convencido de la conveniencia de realizar sacrificios. Lógicamente, los sacrificios de Abel eran aceptados por el creador y los de Caín no. Caín sentía rechazo por los sacrificios dedicados al creador, por su origen, porque era hijo de Lucifer, porque poseía en su interior la chispa divina del Ángel de la Luz. Por eso no realizaba bien los sacrificios al creador, le repugnaba hacerlo, pues él no pertenecía a este mundo creado. Abel en cambio, quien no era de naturaleza Espiritual sino animal, realizaba bien los sacrificios, los que sí eran del agrado del creador.
Una antigua leyenda nos relata lo que dijo en un momento Abel a su hermano Caín: “Mi sacrificio, mi ofrenda fue aceptada por Dios porque yo le amo, tu ofrenda en cambio fue rechazada porque tu le odias”. Ahora está todo bien claro, ¡cómo no va a odiar al creador si es un hijo del Espíritu, si su naturaleza es Espiritual! Ahí está bien claro. Todas estas leyendas y mitos que rodean al Génesis nos dicen muchas cosas. A través de ellos caemos en cuenta que mucha información nos ha sido tergiversada y ocultada.
También son muy interesantes otras palabras que Caín dice a su hermano. En una pequeña frase está resumida toda la posición de él. Estas palabras son clave: “No hay ley, ni juez” (Gen., 4:8). Caín está negando la autoridad del dios creador y que deba rendirle culto y obediencia.
Posteriormente vemos que Caín asesina a su hermano Abel. Esto es algo muy profundo porque significa que el Espíritu rechaza, destruye, asesina al alma. Abel, presentado como puro amor y devoción en la biblia, según los Gnósticos representa al alma del hombre. Caín, por el contrario, es el representante del Espíritu, por eso su hostilidad y su odio. La hostilidad y el odio propios del Espíritu, pues el Espíritu realmente aborrece este mundo impuro, plagado de mandamientos injustos y absurdos. Por eso la resistencia de Caín a realizar sacrificios, por eso su desobediencia a los mandatos del creador. Caín y Abel son tan opuestos e irreconciliables como lo son el Espíritu y el alma.
El alma es amor puro, no el Amor Verdadero sino lo que conocemos como amor, lo que creemos que es el amor, lo que nos han dicho que es el amor, que en realidad es odio. El Espíritu es lo contrario, es percibido como odio puro, hostilidad y venganza. Al haber sido encadenado a esta creación satánica sólo puede sentir hostilidad y odio, es decir, lo que los hombres ordinarios conocen como odio. El Espíritu, que es Amor Puro, sólo puede sentir aversión y repugnancia ante esta asquerosidad. Por eso desea destruirla, porque para Él la creación es una monstruosidad deforme que no debió haber existido jamás. Esto es lo que simboliza el asesinato de Abel por su hermano Caín.
Caín, con todos sus actos se ha emancipado totalmente del creador y de su propio cuerpo y alma. A través de sus actos contra el dios creador y contra su medio hermano Abel, se ha emancipado de una vez y para siempre del dios inferior y de su creación impura y defectuosa. Con sus actos se ha transformado en un opositor, en un enemigo eterno del demiurgo y de su obra.
Todo este episodio de Caín y Abel, tal como está en el Génesis bíblico y en leyendas como las del midrash judío, entre otras, ha sido interpretado por los Gnósticos de una manera totalmente opuesta a la aceptada.
Después de cometer su Acto Supremo, dice la biblia que Caín fue maldecido por dios y expulsado de ese lugar. “Maldecido y expulsado”, el mismo destino de la Serpiente del paraíso. Fue lógico que así sucediera, porque Caín se había convertido en un opositor absoluto del dios creador, pero además ocurrieron otras cosas muy interesantes que vamos a destacar aquí.
En primer lugar, vemos que Caín ha sido maldecido y desterrado por el dios creador. Eso que pudiera parecer un castigo, para un Gnóstico es todo lo contrario. Ser maldecido y desterrado por el creador es un honor para un Gnóstico. Es la reacción lógica del demiurgo frente a quien lo ha desafiado y abofeteado, frente a quien se ha hecho igual o superior a él. Caín es un desterrado porque se ha transformado totalmente, se ha desterrado exitosamente por sí mismo y ya no pertenece a este mundo aunque siga habitándolo. La biblia dice que el creador lo desterró, pero Caín es un emancipado, un liberado en vida, que con sus actos maldijo al creador y se desterró a sí mismo de esta creación abominable.
En segundo lugar, cuentan algunas leyendas judías que el creador ha castigado para siempre a Caín con la falta de sueño, condenándolo a no poder dormir, a la vigilia permanente. Para un Gnóstico eso no es un castigo sino un triunfo. Estar siempre despierto es una ventaja, una virtud, un logro importante. Caín se ha despertado por sí mismo, desobedeciendo los preceptos del creador y “asesinando” a su alma.
En tercer lugar, la biblia dice que el creador protegió a Caín, no permitiendo que nadie le hiciera daño o matara. Este es otro dato muy interesante. Dicen los Gnósticos que el hombre que se ha transformado en puro Espíritu, aunque siga habitando el cuerpo físico es un inmortal, un intocable. Nada ni nadie puede dañarlo, nadie puede atacarlo, ya no tiene miedo, pues está por encima de todo y ya nunca morirá. Está en este mundo pero fuera de este mundo. Está fuera de la materia y fuera del tiempo, ya no forma parte de la creación. Es un desterrado de este mundo por propia voluntad. El dios creador ya no lo puede dañar, porque Caín se ha vuelto superior a él.
En cuarto lugar, la biblia dice que el creador puso una marca en Caín, un signo para que todos lo reconocieran y no le hicieran daño. Antiguas leyendas judías dicen que ese signo era un cuerno en la frente. Un cuerno en la frente significa poder, el poder que proviene del Espíritu, el poder que lo distingue de los demás hombres. Esa dureza en la frente significa que el Espíritu se ha liberado y ha tomado posesión del cuerpo, solidificándolo, Espiritualizándolo. Nadie le puso una marca a Caín. Caín la consiguió por sí mismo. Cuando esto ocurre, lo advierten los demás hombres y la creación entera. Todo Espíritu liberado de la prisión de la materia tendrá esa marca por toda la eternidad. Ya nunca será el Espíritu que era antes del encadenamiento a la materia. Esa marca característica es el cuerpo transformado, duro como el diamante, a quien el Espíritu ha transmutado en inmortal y eterno. Este será su eterno recuerdo, la prueba imperecedera de su paso por el infierno y de su triunfo sobre él.


Demian

Demian es una obra del escritor Hermann Hesse y que sigue una línea relacionada con el enfoque gnosticista del mito de Caín y el paso de una edad infantil a otra edad más adulta donde el peligro acecha a la sensibilidad del protagonista Emile Sinclair. El guía, revelador de las profundidades de la existencia es Demian que está marcado con el estigma de Caín y es diferente a todos los demás. Ese estigma le otorga una misteriosa fuerza que fascina a Emile Sinclair a la vez que le produce cierto temor ante lo desconocido. Antes de que aparezca Demian, Emile Sinclair siente miedo ante las amenazas de otro personaje, Kromer, quien le fuerza a hacer cosas que no quiere poniendo en peligro la estabilidad familiar y el terreno del hogar. Esta es otra contradicción que aparece en la obra, el hogar paterno frente a la realidad adulta, la vida cómoda frente a los sacrificios de la realidad de fuera. Es una constante en todas las obras de Hesse.
Centrándonos en esta obra la superación del miedo que tiene Sinclair hacia Kromer, viene con la llegada de Max Demian, un joven que Sinclair conoce en su escuela y por quien adquiere una gran simpatía. Demian hace que Kromer se vaya definitivamente de la vida de Sinclair, para que éste pueda ser libre del yugo que tanto daño le causó. Demian contribuye a disipar el miedo infantil de Emile (“En general, no hay por qué tener miedo a nadie. Cuando se tiene miedo a alguien es porque se le ha dado poder sobre uno”)

Así comienza la estrecha relación entre Demian y Sinclair, quienes hablan del episodio bíblico de Caín, el cual se estaba impartiendo en la escuela. Caín tiene una señal especial, es una señal que supera el miedo. Demian se cuestiona:
“Que un hombre mate a su hermano en una disputa es cosa muy posible, y también lo es que luego sienta miedo y se humille. Pero que su cobardía sea recompensada especialmente con una distinción que le protege e inspira miedo a todos los demás, eso es ya muy raro… Aquel hombre era poderoso e infundía temor. Tenía una señal… ¡Caín un hombre noble y Abel un cobarde!”
Los hijos de Caín son aquellos que tienen la señal. Sinclair puede convencerse de que ha superado su mundo de Abel, aquel mundo luminoso, pasando a hundirse en el otro, en el mundo exterior.

De igual manera tarde que temprano, con la pubertad y el fin de la infancia, ese mundo luminoso se derrumbaría al crecer Emilio. Tendrá que experimentar cosas que la inocencia de la infancia desconoce, sentirá atracción sexual, melancolía, y otros anhelos diferentes al amor paternal. Emilio sentirá la llegada de su pubertad:
“Todos los hombres viven momentos difíciles. Para los de nivel general, es éste el punto de la existencia en el que surge la máxima oposición entre el avance de la propia vida y el mundo exterior, el punto en que se hace más difícil la vida pasan por aquel morir y renacer que es nuestro destino, sólo esta vez, cuando todo lo que hemos llegado amar quiere abandonarnos y sentimos de repente en nosotros la soledad y el frío mortal de los espacios infinitos”

Hesse plantea la figura de Caín como la de un elegido, como aquellos seres amorales que no temen la vida ni la muerte, lo que significa aceptar la vida, decir sí. Caín es también un designado por Dios, su marca no sería entonces un castigo, sino una especie de galardón con el que a Caín se le da un poder, pues a partir de entonces todos le temerán y quienes osen en enfrentarlo no disfrutarán de un destino muy benéfico. La marca de Caín es la marca del elegido, de alguien que se ha enfrentado a Dios. Caín representa la libertad del Hombre frente al Creador, es el espíritu de un hombre autodeterminado que entiende la justicia a su modo. Matar a su hermano Abel significa que no acepta la justicia del Señor. Él se hace a sí mismo justicia matando al preferido de Dios.



El libro nos muestra la realidad de dos mundos, el del hogar, artificioso y aburrido, y el de la calle, un mundo real con lo que todo ello conlleva. Sinclair, el protagonista del libro, percibe tal incompatibilidad de mundos… más que incompatibilidad, distanciamiento, pues ambos mundos no son sino parte de un mismo espacio: esta dualidad puede asemejarse a la dualidad entre paraíso y mundo terrenal bíblico. Esta visión hace que Sinclair despierte; el mensaje esencial del libro es la “pérdida de la inocencia”, es decir, una novela que habla sobre el proceso del hombre en sus diferentes etapas vitales, desde la infancia, pasando por la adolescencia. Hesse plasma perfectamente el terror juvenil a la vida, ese miedo a la muerte y en cómo los hombres intentan afrontarlo.

Es destacable que en la obra de Hesse se cite en repetidas veces a Abraxas, un dios o daimon que representaba el bien y el mal, relacionado en algunas culturas con el demonio. La novela está impregnada de teorías propias del gnosticismo en las que Hesse profundizó a lo largo de su vida. Abraxas representa lo bueno y lo malo en una misma cosa, no divididas y contrapuestas sino en síntesis.  

























Bibliografía
                                         

La Biblia

Caín, Ramírez, Jose A. Planeta, 1965

Demian, Hermmann Hesse, Alianza Editorial, 1999

18/11/12



Multiplicador de sentidos, el poema es superior a todos sus sentidos posibles. Y aunque todos ellos nos hubieran sido dados, el poema habría de retener aún de su naturaleza lo que en rigor lo constituye, la fascinación del enigma.


En el Tao, la gestación es ya el nacimiento del ser humano. En la tradición china, la edad de un niño se contaba no a partir de su nacimiento, sino de su concepción. También el poema nace al comenzar una larga gestación previa a lo que cabría llamar la escritura exterior. (Vive con tus poemas antes de escribirlos, dice en su bella lengua Carlos Drumond de Andrade.) En realidad, el poema no se escribe, se alumbra.


Ginebra, agosto de 1.992 



José Ángel Valente 

En 'Obra poética', Alizanza Editorial, Madrid, 1999