Situarse
en el centro de la nada,
mientras caimanes de tinta hueca
horadan la atención multitarea
en la espiral simétrica de días
artificiales
como su propia luz halógena,
despertar
frente a esta pantalla de cifras
que repiten circularmente
el error de tu existencia.
Entretanto repiensas
el haiku que ilumina
por un instante esa nada,
desierta quietud interior
junto al vértigo del viaje
que solo en apariencia
acapara la vida.
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