Caín, un enfoque gnóstico: Demian
Caín en la
Biblia
“El hombre conoció a Eva su mujer, la cual
concibió y dio a luz a Caín. Entonces ella dijo: “¡He adquirido un varón de
parte de Jehovah!”
Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel
fue pastor de ovejas, y Caín labrador de la tierra.
Aconteció después de un tiempo que Caín trajo,
del fruto de la tierra, una ofrenda a Jehovah.
Abel también trajo una ofrenda de los
primerizos de sus ovejas, lo mejor de ellas. Y Jehovah miró con agrado a Abel y
su ofrenda,
pero no miró con agrado a Caín ni su ofrenda.
Por eso Caín se enfureció mucho, y decayó su semblante.
Entonces Jehovah dijo a Caín: —¿Por qué te has
enfurecido? ¿Por qué ha decaído tu semblante?
Si haces lo bueno, ¿no serás enaltecido? Pero
si no haces lo bueno, el pecado está a la puerta y te seducirá; pero tú debes
enseñorearte de él.
Caín habló con su hermano Abel. Y sucedió que
estando juntos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel y lo mató.
Entonces Jehovah preguntó a Caín: —¿Dónde está
tu hermano Abel? Y respondió: —No sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?
Le preguntó: —¿Qué has hecho? La voz de la
sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.
Ahora pues, maldito seas tú, lejos de la
tierra que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano.
Cuando trabajes la tierra, ella no te volverá
a dar su fuerza. Y serás errante y fugitivo en la tierra.
Caín dijo a Jehovah: —¡Grande es mi castigo
para ser soportado!
He aquí que me echas hoy de la faz de la
tierra, y me esconderé de tu presencia. Seré errante y fugitivo en la tierra, y
sucederá que cualquiera que me halle me matará.
Jehovah le respondió: —No será así. Cualquiera
que mate a Caín será castigado siete veces. Entonces Jehovah puso una señal
sobre Caín, para que no lo matase cualquiera que lo hallase.
Así partió Caín de delante de Jehovah, y
habitó en la tierra de Nod, al oriente de Edén.
Caín conoció a su mujer, y ella concibió y dio
a luz a Enoc. Caín edificó una ciudad a la cual llamó según el nombre de su
hijo Enoc.
A Enoc le nació Irad. E Irad engendró a
Mejuyael. Mejuyael engendró a Metusael. Y Metusael engendró a Lamec.
Lamec tomó para sí dos mujeres. El nombre de
la una fue Ada; y el nombre de la otra, Zila.
Ada dio a luz a Jabal, quien llegó a ser el
padre de los que habitan en tiendas y crían ganado.
El nombre de su hermano fue Jubal, quien llegó
a ser padre de todos los que tocan el arpa y la flauta.
Zila también dio a luz a Tubal-caín, maestro
de todos los que trabajan el bronce y el hierro. Y la hermana de Tubal-caín fue
Naama.
Entonces Lamec dijo a sus mujeres: “Ada y
Zila, oíd mi voz. Oh mujeres de Lamec, escuchad mi dicho: Yo maté a un hombre,
porque me hirió; maté a un muchacho, porque me golpeó.
Si Caín ha de ser vengado siete veces, Lamec
lo será setenta y siete veces.”
Adán conoció de nuevo a su mujer, y ella dio a
luz un hijo y llamó su nombre Set, diciendo: “Porque Dios me ha sustituido otro
hijo en lugar de Abel, a quien mató Caín.”
A Set también le nació un hijo, y llamó su
nombre Enós. Entonces se comenzó a invocar el nombre de Jehovah.
Adán hubo de advertirlo.
-
Cada vez te distancias más de nosotros y de Yahvé – le
reconvino-. Ten cuidado, Caín. Tus fuerzas no son bastantes para resistir la
soledad. La soledad es el más terrible castigo.
Caín no pudo ocultarlo.
-
Es verdad – confesó-. No puedo sentirme ligado con
quienes no saben ser justos, al no dar a cada uno, ni exigir para cada uno lo
que por sus obras merece. Menos aún puedo unir mi suerte a la de quienes se
complacen en dar gracias a quien los hizo infelices y desgraciados, víctimas de
la injusticia, como si debiera agradecerse el mal que injustamente se hace o se
recibe. Desde luego, no puedo elevar preces a quien, personalmente, me
distingue con su saña. No le debo nada, sino ofensas, y sería hipócrita si
obrase de otro modo. Ya tienes explicado por qué me siento cada vez más extraño
entre vosotros y me aparto cada día más de Yahvé. Acabaré yéndome de vosotros y
olvidándome de Yahvé.
Adán palideció.
-
No seas impío Caín – pronunció-. Nos debes la vida. Le
debes la vida.
Caín aclaró:
-
Os debo el dolor de mi vida. Le debo el dolor de saber
que sufro víctima de la injusticia. Me creo con derecho a pediros cuentas de lo
que hicisteis conmigo. Tengo derecho a pedirle explicaciones del porqué de mi
vida, de la vida de todos nosotros. ¿Para qué os creó? ¿Por qué permitió que yo
naciera? ¿Por qué entre vuestra creación y mi nacimiento dispuso la
tragicomedia del Paraíso? ¿Por qué se goza en conservar el Paraíso, si lo ha
hecho inaccesible a nosotros?
Adán temblaba.
-
Tenle miedo, Caín; es el Supremo Juez. Puede quitarte
la vida. Nosotros te la dimos por su gracia.
Caín insistió:
-
No tengo miedo a perder lo que tanto me atormenta. Si
he de luchar y padecer para luego morir, sin obtener jamás la recompensa
intuida, no vale la pena vivir. Si he de saber lo que es justo, y no he de
verlo en mi torno, sino todo lo contrario, mejor sería morir.
Adán lloraba.
-
¡Pobre Caín, hijo mío! Para ti no hay salvación, porque
has perdido la inocencia y rebosas de la ciencia que nos dio el árbol maldito,
¡y la ciencia es dolor, y nada más que dolor!
Sólo la humildad podría salvarte; pero la humildad, que es inocencia, se
abate ante el orgullo de la ciencia, y queda hecha trizas. ¡Yahvé tenga
compasión de ti!
Al separarse de su padre, Caín lloraba,
pero estaba sereno. Ahora sabía lo que sentía, lo que le hacía extraño entre
los suyos. Sentía odio. ¡Odio! Odio a la injusticia.
Era el fruto del resentimiento, como éste lo era del fruto maldito del
árbol de la ciencia del bien y del mal.
Caín es el primer hombre nacido
de hombre y mujer, el primero que sigue, en su trayectoria vital, el camino de
todos los hombres, de cualquier hombre: desde la cuna hasta la sepultura. Es el
primero hombre que, en contradicción perenne, trabaja y lucha, delinque y crea.
Es el padre, el antecesor de todos los hombres. El primer hombre con alma
ambivalente: buena y mala. Es el iniciador, el creador de la cultura y de la
civilización, el punto de arranque del progreso. Antes de él, nada: el hombre
sólo tiene a Dios. Después de él, todo, lo de siempre: el hombre en su soledad,
en lucha consigo mismo y con los elementos, olvidado de Dios o en lucha con
Dios.
Su vida viene a ser, pues, paradigma de
todas las vidas. Su personalidad viene a ser paradigma del hombre, de todos los
hombres. He aquí su drama, su gran drama: partió de un pasado, ajeno a su ser y
a su voluntad, y hubo de laborarse un porvenir, fruto de su esfuerzo, de su
propio ser. El pasado era la inocencia. El presente era la ciencia. El porvenir
era la incertidumbre. ¡He aquí el drama: la incertidumbre, pese a la ciencia y
al propio esfuerzo!
Un enfoque gnóstico
Todos conocemos lo que ocurrió después de la
“caída” del hombre, según el Génesis. Adán y Eva fueron expulsados del paraíso
y tuvieron hijos. Primero Caín y luego Abel. Todos sabemos que “Dios no
aceptaba los sacrificios que le dedicaba Caín y sí aceptaba los de Abel”.
Entonces Caín, lleno de celos, se abalanzó sobre su hermano y lo mató. Todos
sabemos eso, siempre hemos pensado “que malo que es Caín”, “mató al hermano,
que horrible”. Caín era el malo y Abel era el bueno, esa es la interpretación
que nos llega por el judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Incluso San
Agustín, cuando nos da su interpretación del mito de Caín y Abel, equipara a
Caín con los judíos y a Abel con Cristo. Dice San Agustín que los judíos
mataron a Cristo así como Caín mató a Abel. San Agustín, como la mayoría,
continúa la tradición de que Abel era el bueno y Caín el malo.
Está muy claro en la biblia, Caín es castigado
por Dios, es desterrado. Esto es visto como algo lógico y normal: Caín es el
malo y Abel el bueno. La interpretación Gnóstica es totalmente distinta.
La Gnosis sostiene que Caín no fue hijo de Adán,
que Eva engendró a su primer hijo, Caín, con la Serpiente, con Lucifer. La
Serpiente Lucifer fecundó a Eva con su aliento. Ó sea que Caín no fue un niño
totalmente humano, nacido de la carne. Tuvo algo Espiritual muy grande, porque
su padre era Lucifer, proveniente del mundo incognoscible del Espíritu.
Por el contrario, Abel fue hijo de Adán y Eva, o
sea que Abel sí fue un hijo de la carne.
Tenemos ahora una primera diferencia entre ambos
hermanos: Caín es superior a Abel. Caín es hijo de Eva y de Lucifer, la
Serpiente iniciadora del Edén. Caín es hijo del Espíritu y la carne. Abel, por
el contrario, es hijo solamente de la carne. Eso en primer lugar, ahora tenemos
que Caín no es alguien malo, es alguien superior, es alguien importante, mucho
más que Abel.
En segundo lugar, tanto Caín como Abel realizan
sacrificios al dios creador para complacerlo, ofrendándole cosas que le agradan
a él. Caín le sacrifica elementos vegetales y Abel animales, corderos por
ejemplo. Según la biblia, esto último es lo que más agrada al creador: la
sangre del animal muerto y el olor a carne quemada del cadáver. Al creador,
dice la biblia, le gustaban los sacrificios que le dedicaba Abel y no los de
Caín. Pareciera que Caín no sentía muchos deseos de complacer al creador, pues
le ofrecía unas pocas semillas sin mucha devoción, como si no estuviera
realmente convencido de la conveniencia de realizar sacrificios. Lógicamente,
los sacrificios de Abel eran aceptados por el creador y los de Caín no. Caín
sentía rechazo por los sacrificios dedicados al creador, por su origen, porque
era hijo de Lucifer, porque poseía en su interior la chispa divina del Ángel de
la Luz. Por eso no realizaba bien los sacrificios al creador, le repugnaba
hacerlo, pues él no pertenecía a este mundo creado. Abel en cambio, quien no
era de naturaleza Espiritual sino animal, realizaba bien los sacrificios, los
que sí eran del agrado del creador.
Una antigua leyenda nos relata lo que dijo en un
momento Abel a su hermano Caín: “Mi sacrificio, mi ofrenda fue aceptada por
Dios porque yo le amo, tu ofrenda en cambio fue rechazada porque tu le odias”.
Ahora está todo bien claro, ¡cómo no va a odiar al creador si es un hijo del
Espíritu, si su naturaleza es Espiritual! Ahí está bien claro. Todas estas leyendas
y mitos que rodean al Génesis nos dicen muchas cosas. A través de ellos caemos
en cuenta que mucha información nos ha sido tergiversada y ocultada.
También son muy interesantes otras palabras que
Caín dice a su hermano. En una pequeña frase está resumida toda la posición de
él. Estas palabras son clave: “No hay ley, ni juez” (Gen., 4:8). Caín está
negando la autoridad del dios creador y que deba rendirle culto y obediencia.
Posteriormente vemos que Caín asesina a su
hermano Abel. Esto es algo muy profundo porque significa que el Espíritu
rechaza, destruye, asesina al alma. Abel, presentado como puro amor y devoción
en la biblia, según los Gnósticos representa al alma del hombre. Caín, por el
contrario, es el representante del Espíritu, por eso su hostilidad y su odio.
La hostilidad y el odio propios del Espíritu, pues el Espíritu realmente
aborrece este mundo impuro, plagado de mandamientos injustos y absurdos. Por
eso la resistencia de Caín a realizar sacrificios, por eso su desobediencia a
los mandatos del creador. Caín y Abel son tan opuestos e irreconciliables como
lo son el Espíritu y el alma.
El alma es amor puro, no el Amor Verdadero sino
lo que conocemos como amor, lo que creemos que es el amor, lo que nos han dicho
que es el amor, que en realidad es odio. El Espíritu es lo contrario, es
percibido como odio puro, hostilidad y venganza. Al haber sido encadenado a
esta creación satánica sólo puede sentir hostilidad y odio, es decir, lo que
los hombres ordinarios conocen como odio. El Espíritu, que es Amor Puro, sólo
puede sentir aversión y repugnancia ante esta asquerosidad. Por eso desea
destruirla, porque para Él la creación es una monstruosidad deforme que no
debió haber existido jamás. Esto es lo que simboliza el asesinato de Abel por
su hermano Caín.
Caín, con todos sus actos se ha emancipado
totalmente del creador y de su propio cuerpo y alma. A través de sus actos
contra el dios creador y contra su medio hermano Abel, se ha emancipado de una
vez y para siempre del dios inferior y de su creación impura y defectuosa. Con
sus actos se ha transformado en un opositor, en un enemigo eterno del demiurgo
y de su obra.
Todo este episodio de Caín y Abel, tal como está
en el Génesis bíblico y en leyendas como las del midrash judío, entre otras, ha
sido interpretado por los Gnósticos de una manera totalmente opuesta a la
aceptada.
Después de cometer su Acto Supremo, dice la
biblia que Caín fue maldecido por dios y expulsado de ese lugar. “Maldecido y
expulsado”, el mismo destino de la Serpiente del paraíso. Fue lógico que así
sucediera, porque Caín se había convertido en un opositor absoluto del dios
creador, pero además ocurrieron otras cosas muy interesantes que vamos a
destacar aquí.
En primer lugar, vemos que Caín ha sido maldecido
y desterrado por el dios creador. Eso que pudiera parecer un castigo, para un
Gnóstico es todo lo contrario. Ser maldecido y desterrado por el creador es un
honor para un Gnóstico. Es la reacción lógica del demiurgo frente a quien lo ha
desafiado y abofeteado, frente a quien se ha hecho igual o superior a él. Caín
es un desterrado porque se ha transformado totalmente, se ha desterrado
exitosamente por sí mismo y ya no pertenece a este mundo aunque siga
habitándolo. La biblia dice que el creador lo desterró, pero Caín es un emancipado,
un liberado en vida, que con sus actos maldijo al creador y se desterró a sí
mismo de esta creación abominable.
En segundo lugar, cuentan algunas leyendas judías
que el creador ha castigado para siempre a Caín con la falta de sueño,
condenándolo a no poder dormir, a la vigilia permanente. Para un Gnóstico eso
no es un castigo sino un triunfo. Estar siempre despierto es una ventaja, una
virtud, un logro importante. Caín se ha despertado por sí mismo, desobedeciendo
los preceptos del creador y “asesinando” a su alma.
En tercer lugar, la biblia dice que el creador
protegió a Caín, no permitiendo que nadie le hiciera daño o matara. Este es
otro dato muy interesante. Dicen los Gnósticos que el hombre que se ha
transformado en puro Espíritu, aunque siga habitando el cuerpo físico es un
inmortal, un intocable. Nada ni nadie puede dañarlo, nadie puede atacarlo, ya
no tiene miedo, pues está por encima de todo y ya nunca morirá. Está en este
mundo pero fuera de este mundo. Está fuera de la materia y fuera del tiempo, ya
no forma parte de la creación. Es un desterrado de este mundo por propia
voluntad. El dios creador ya no lo puede dañar, porque Caín se ha vuelto
superior a él.
En cuarto lugar, la biblia dice que el creador
puso una marca en Caín, un signo para que todos lo reconocieran y no le
hicieran daño. Antiguas leyendas judías dicen que ese signo era un cuerno en la
frente. Un cuerno en la frente significa poder, el poder que proviene del
Espíritu, el poder que lo distingue de los demás hombres. Esa dureza en la
frente significa que el Espíritu se ha liberado y ha tomado posesión del
cuerpo, solidificándolo, Espiritualizándolo. Nadie le puso una marca a Caín.
Caín la consiguió por sí mismo. Cuando esto ocurre, lo advierten los demás
hombres y la creación entera. Todo Espíritu liberado de la prisión de la
materia tendrá esa marca por toda la eternidad. Ya nunca será el Espíritu que
era antes del encadenamiento a la materia. Esa marca característica es el
cuerpo transformado, duro como el diamante, a quien el Espíritu ha transmutado
en inmortal y eterno. Este será su eterno recuerdo, la prueba imperecedera de
su paso por el infierno y de su triunfo sobre él.
Demian
Demian es
una obra del escritor Hermann Hesse y que sigue una línea relacionada con el
enfoque gnosticista del mito de Caín y el paso de una edad infantil a otra edad
más adulta donde el peligro acecha a la sensibilidad del protagonista Emile
Sinclair. El guía, revelador de las profundidades de la existencia es Demian que
está marcado con el estigma de Caín y es diferente a todos los demás. Ese
estigma le otorga una misteriosa fuerza que fascina a Emile Sinclair a la vez
que le produce cierto temor ante lo desconocido. Antes de que aparezca Demian,
Emile Sinclair siente miedo ante las amenazas de otro personaje, Kromer, quien
le fuerza a hacer cosas que no quiere poniendo en peligro la estabilidad
familiar y el terreno del hogar. Esta es otra contradicción que aparece en la
obra, el hogar paterno frente a la realidad adulta, la vida cómoda frente a los
sacrificios de la realidad de fuera. Es una constante en todas las obras de
Hesse.
Centrándonos en esta obra la superación del miedo que tiene
Sinclair hacia Kromer, viene con la llegada de Max Demian, un joven que
Sinclair conoce en su escuela y por quien adquiere una gran simpatía. Demian
hace que Kromer se vaya definitivamente de la vida de Sinclair, para que éste
pueda ser libre del yugo que tanto daño le causó. Demian contribuye a disipar
el miedo infantil de Emile (“En general, no hay por qué tener miedo a nadie.
Cuando se tiene miedo a alguien es porque se le ha dado poder sobre uno”)
Así comienza la estrecha relación entre Demian y Sinclair,
quienes hablan del episodio bíblico de Caín, el cual se estaba impartiendo en
la escuela. Caín tiene una señal especial, es una señal que supera el miedo.
Demian se cuestiona:
“Que un hombre mate a su hermano en una disputa
es cosa muy posible, y también lo es que luego sienta miedo y se humille. Pero
que su cobardía sea recompensada especialmente con una distinción que le
protege e inspira miedo a todos los demás, eso es ya muy raro… Aquel hombre era
poderoso e infundía temor. Tenía una señal… ¡Caín un hombre noble y Abel un
cobarde!”
Los hijos de
Caín son aquellos que tienen la señal. Sinclair puede convencerse de que ha
superado su mundo de Abel, aquel mundo luminoso, pasando a hundirse en el otro,
en el mundo exterior.
De igual manera tarde que temprano, con la pubertad y el fin de la infancia,
ese mundo luminoso se derrumbaría al crecer Emilio. Tendrá que experimentar
cosas que la inocencia de la infancia desconoce, sentirá atracción sexual,
melancolía, y otros anhelos diferentes al amor paternal. Emilio sentirá la
llegada de su pubertad:
“Todos los hombres viven momentos difíciles. Para
los de nivel general, es éste el punto de la existencia en el que surge la
máxima oposición entre el avance de la propia vida y el mundo exterior, el
punto en que se hace más difícil la vida pasan por aquel morir y renacer que es
nuestro destino, sólo esta vez, cuando todo lo que hemos llegado amar quiere
abandonarnos y sentimos de repente en nosotros la soledad y el frío mortal de
los espacios infinitos”
Hesse plantea la figura de
Caín como la de un elegido, como aquellos seres amorales
que no temen la vida ni la muerte, lo que significa aceptar la vida, decir sí. Caín
es también un designado por Dios, su marca no sería entonces un
castigo, sino una especie de galardón con el que a Caín se
le da un poder, pues a partir de entonces todos le temerán y quienes osen en
enfrentarlo no disfrutarán de un destino muy benéfico. La marca de Caín es
la marca del elegido, de alguien que se ha enfrentado a Dios. Caín representa
la libertad del Hombre frente al Creador, es el espíritu de un hombre
autodeterminado que entiende la justicia a su modo. Matar a su hermano Abel
significa que no acepta la justicia del Señor. Él se hace a sí mismo justicia
matando al preferido de Dios.
El libro nos muestra la realidad
de dos mundos, el del hogar, artificioso y aburrido, y el de la calle, un mundo
real con lo que todo ello conlleva. Sinclair, el protagonista del libro,
percibe tal incompatibilidad de mundos… más que incompatibilidad,
distanciamiento, pues ambos mundos no son sino parte de un mismo espacio: esta
dualidad puede asemejarse a la dualidad entre paraíso y mundo terrenal bíblico.
Esta visión hace que Sinclair despierte; el mensaje esencial del libro es la
“pérdida de la inocencia”, es decir, una novela que habla sobre el proceso del
hombre en sus diferentes etapas vitales, desde la infancia, pasando por la
adolescencia. Hesse plasma perfectamente el terror juvenil a la vida, ese miedo
a la muerte y en cómo los hombres intentan afrontarlo.
Es destacable que en la obra de
Hesse se cite en repetidas veces a Abraxas, un dios o daimon que representaba
el bien y el mal, relacionado en algunas culturas con el demonio. La novela
está impregnada de teorías propias del gnosticismo en las que Hesse profundizó
a lo largo de su vida. Abraxas representa lo bueno y lo malo en una misma cosa,
no divididas y contrapuestas sino en síntesis.
Bibliografía
La Biblia
Caín, Ramírez, Jose A. Planeta, 1965
Demian, Hermmann Hesse, Alianza Editorial, 1999