24/7/25

la zurda

 Mi abuelo escondía su zurda

entre los pliegues de la costumbre.

La escuela le torció los dedos,

y aprendió a obedecer con la derecha.


Yo nací con la misma inclinación,

pero me enseñaron a rectificar.

Durante años escribí con otra mano,

como si mi cuerpo no supiera lo que era.


Hoy, en formas nuevas,

cuando nadie me dice cómo hacerlo,

la zurda vuelve, como un animal 

que recupera su camino.

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